Wednesday, September 20, 2006


Un fragmento de "Caja Negra", que está llena de cosas así. Enjoy it. Se aceptan preguntas.

"La cinta abre con un adolescente que encuentra una caja en su desván. La caja está llena de títeres, de muppets con un ligero aire extraño, diabólico. El chico lleva la caja a su pieza. Comienza a jugar con ellos. Le cuenta a su novia de turno que ha encontrado su vocación: hacer teatro de títeres. La novia lo abraza. Llega el cumpleaños del hermano pequeño del protagonista, que se ofrece para hacer una función ante los invitados. El espectáculo, un pequeño sainete de encuentros y desencuentros entre un puñado de monstruos, se lleva a cabo. Uno de los monstruos porta un cuchillo y, en el argumento esbozado por el protagonista, está intentando matar a sus compañeros todo el tiempo. Transcurre la función. El público ríe. Zamora .lma las risas como si de un comercial se tratara, una pila de niños felices e iluminados, fuera del tiempo. Luego el protagonista se clava por accidente. Zamora es ambiguo en la explicación: puede que el chico se haya clavado, o que el títere asesino haya cobrado vida. La sangre salpica al resto de los títeres y entonces cobran vida. El protagonista pierde una mano cuando ésta queda atrapada entre los pliegues del títere asesino, que al cobrar vida se llenan de dientes y la cercenan: un recurso ingeniosamente robado de Evil Death II. Comienza una masacre, que Zamora registra con detallismo y algo de humor. Los títeres vivientes matan a los asistentes al cumpleaños de formas tan ingeniosa (ahogándolos con torta, ahorcándolos con challas, clavándoles cientos de cuchillos plásticos en el cuerpo) como perversas (hacen una cama eléctrica en el sillón, picanas, devoran entrañas, insinúan violaciones). El protagonista escapa. Recuerda el grabado de la caja de madera que contiene los muñecos: una estrella de cinco puntas. Los muñecos quedan como dueños de casa. Llega la policía, pero los muñecos reducen a los oficiales y consiguen las armas. Se toman el vecindario. El protagonista visita a un cura. Le cuenta y le muestra la mano mutilada. El cura le dice que no son muñecos sino demonios encarnados. La sangre y el pentagrama han hecho de portal. Le pregunta cómo detenerlos. El cura dice que no sabe. En este punto los títeres, que ya son cientos y se multiplican de un modo inexplicable, han tomado el control del vecindario e impuesto una dictadura. Hay vecinos detenidos y desaparecidos. El protagonista decide que ha sido suficiente. Va donde un traficante de armas y compra un montón de granadas. Vuelve al vecindario y se convierte en una máquina de matar: extermina a los títeres, uno a uno, de diversas maneras. A estas alturas Zamora ha transformado el filme en una carnicería sin propósito, pero entretenida y sin sangre. Los títeres mueren de modos graciosos: se asfixian, explotan, saltan al vacío, recitan monólogos dramáticos, estrellan autos de juguete, se devoran a sí mismos, se leen poemas entre ellos que son como granadas. Al cabo de veinte minutos de masacre, la película culmina con una escena aterradora: el protagonista descabeza al líder (el títere asesino) ante una multitud de sus seguidores, que fallecen de pena automáticamente entre gritos de coro griego. Por supuesto, la última escena promete una continuación: un niño compra en una tienda uno de los títeres maléficos, que mira a cámara y sonríe diabólico. Caen los créditos y una canción de UPA! (un cover de «Esos locos bajitos», de Serrat) cierra el espectáculo, que es lo suficientemente efectivo y naif para convencer a un público poco exigente.

A Shaikers no le fue mal, aunque su aura de clase B la transformó de inmediato en una cinta despreciada por los puristas y adorada por los amantes de lo bizarro. Sáez la vendió a una distribuidora norteamericana que sacó copias en video. Lograron exhibirla en un par de festivales de poca monta y un crítico belga, al verla junto con las obras de Justiniano, Caiozzi y Maldonado, la consideró «el costado más alucinógeno del emergente cine chileno». Otro, francés, sugirió que era «una explicitación de los traumas recientes de la memoria ciudadana latinoamericana, un inconsciente marcado por años de dictaduras, terrorismo, tortura y genocidios»".


8 Comments:

Blogger Daniel Hidalgo said...

¡hermoso!
Creo que lo del diccionario del cine B funciona como mapa dentro de caja negra. Un tablero de direcciones mutante.

Aunque pienso que lo realmente hermoso son las escenas que lo rodean. Esas breves historias de vida que se caen a pedazos.

Y sí, lo de La Nación, siendo bien positivo, es horrible.

Mejor suerte en las próximas apariciones.

12:11 PM  
Blogger Pedro Lomakin said...

Me voló la cabeza el libro. Encontré muchos pasadizos hacia otras lecturas. Hay párrafos antológicos. Lo mejor de todo es que se repite el efecto Postales. Uno se quedsa con el software Bisama toda la semana después del punto final que genera esa Cadencia rota que parece te gusta sentir y provocar. Un abrazo y felicitaciones.

3:26 PM  
Blogger ComandanteOso said...

el otro día, me quede meditando frente al libro en una libreria q-lia; pensando: ¨mmm....gasto 9 lucas.....o me lo robo?¨
adivina que hice

Puta, me fui cabisbajo diciendome: ¨ya seras mia caja negra!!!¨
Hasta el proximo pago!!!!
Saludox

6:50 PM  
Blogger Kaek said...

Hola!, hace tiempo q no leía tan buen material, sobre todo el diccionario del cine b chilensis, peliculas citadas como Mapocho Sangriento y Shaikers existen en algun formato hoy en dia O_o???
Saludos.

7:19 AM  
Blogger satoshixD said...

cito a Kaek:
me pregunto lo mismo, voy en la parte del diccionario del cine B chilensis xD y hasta el momento me ha fascinado el libro.
bueno me sumo a la petitoria de Kaek, existirán copias de estas peliculas??

8:50 PM  
Blogger Kei D. said...

n.n Buenísimo :D yo quiero esa pelicula ¬¬ xd Saludos!

8:19 AM  
Blogger Kei D. said...

n.n Buenísimo :D yo quiero esa pelicula ¬¬ xd Saludos!

8:30 AM  
Blogger Kei D. said...

n.n Buenísimo :D yo quiero esa pelicula ¬¬ xd Saludos!

8:30 AM  

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